Por Fernando Loyola.
En tiempos de gurús instantáneos (y de crédulos en busca de una luz de esperanza) la mejor manera de evitar malos ratos es elegir los consejos de personas que realmente saben de qué están hablando. Hay dos caminos: el de la investigación seria o la experiencia comprobada. Jason Fried es co-fundador de Basecamp, lleva 21 años gestionando a su equipo de forma remota con éxito, y ha escrito libros como Rework, Remote: Office not required y It doesn’t have to be crazy at work, así que puede hablarnos desde la experiencia sin problema. Él resume sus consejos en 6 puntos principales, aparecidos recientemente en una conversación con Emily Canal para Inc.Así que, si necesitas una mano con el tema de la gestión de tu equipo, o si simplemente quieres saber si en realidad lo estás haciendo bien, piensa en cada una de estas acciones:
- Cambia el ritmo de tus reuniones. El líder que cree que puede cambiar todas sus acostumbradas reuniones cara a cara por reuniones vía Zoom sin generar efecto alguno, está muy equivocado. Fried sugiere que elijamos bien cuándo debemos hacer una reunión y cuándo podemos reemplazar este espacio por un correo bien redactado, un documento colaborativo o una llamada casual. La “zoomificación” de la vida tiene una serie de efectos colaterales que alteran la productividad de las personas.
- No espíes a tus colaboradores. Los softwares de monitoreo y otras medidas para saber qué es lo que están haciendo nuestros colaboradores minuto a minuto no son una buena idea. En lugar de controlar lo que están haciendo, deberíamos de enfocarnos en medir la calidad de su trabajo.
- Construye una cultura de comunidad. Fried tiene un check-in semanal, para conversar sobre cómo se siente el equipo, qué hicieron el fin de semana, y compartir sus pasatiempos y novedades. Esta reunión es voluntaria, por supuesto. Ya en un artículo previo habíamos hablado sobre la importancia de generar espacios para socializar, y lo puedes leer aquí.
- Repiensa los patrones de comunicación. Fried menciona la tendencia a sobrecomunicar una vez que uno pasa al trabajo remoto, lo que se traduce en un continuo proceso de scroll sobre las pantallas para estar al tanto de lo que ocurre en las conversaciones que tenemos en las aplicaciones de mensajería instantánea. Esto atenta contra la productividad, definitivamente. Por eso, la sugerencia es volver al correo electrónico, que permite sistematizar mejor el pensamiento y generar mejores resultados. O la vieja confiable: una llamada.
- Encuentra tu lugar de trabajo exclusivo. En la medida de lo posible (y es que en ocasiones no lo será), encuentra un lugar libre de distracciones, con una puerta cerrada o algunos límites que permitan generan la distancia entre la vida familiar y la laboral. Si pensamos en la realidad de departamentos pequeños y familias numerosas, delimitar los espacios de la mesa de trabajo, establecer horarios específicos para las actividades de casa y eliminar las distracciones innecesarias (como tener la TV encendida o contar con muchos “juguetes” a la mano… Las distracciones necesarias son, por ejemplo, el llanto de un bebé, la llegada del delivery de abarrotes o el pedido de ayuda con una tarea escolar). Habilita un espacio, así sea muy pequeño en casa para tus reuniones que requieren de máxima concentración.
- Establece rituales. Ya sea practicado una rutina de ejercicios, preparando el desayuno o refrescándote la cara con agua fría, define un patrón para iniciar el día laboral. No basta con sentarte en la cama y encender la laptop, hay que establecer el corte. Para el cerebro eso es muy importante. Lo mismo al cerrar la jornada: lee, prepara la cena, ordena la casa para el día siguiente, toma un baño relajante, conversa con tus seres queridos (los que están en casa o los que por ahora están lejos) y cuéntales qué tal tu día.
¿Una recomendación adicional? No olvides que eres un ser humano, trabajando con otros seres humanos. Y aunque llevemos casi dos meses en esta danza, piensa en las dos, tres, cuatro o más décadas en las que hemos bailado a otro ritmo, con otros pasos, uno al lado del otro. En los pasos torpes de hoy, está la danza magistral de mañana. Sólo es cuestión de técnica, práctica y, sobre todo, ganas.
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